Dando continuidade ao Dossiê Pizarnik, hoje vou falar de um assunto que até ouvimos en passant, mas nao vemos muitas discussoes aprofundadas a respeito, mesmo sendo um problema muito recorrente e que atinge principalmente as mulheres.
Os transtornos alimentares, segundo a Medicina, sao varios e classificados no CID-10, de F50 a F50.9:
CID 10 - F50 Transtornos da alimentação
CID 10 - F50.0 Anorexia nervosa
CID 10 - F50.1 Anorexia nervosa atípica
CID 10 - F50.2 Bulimia nervosa
CID 10 - F50.3 Bulimia nervosa atípica
CID 10 - F50.4 Hiperfagia associada a outros distúrbios psicológicos
CID 10 - F50.5 Vômitos associados a outros distúrbios psicológicos
CID 10 - F50.8 Outros transtornos da alimentação
CID 10 - F50.9 Transtorno de alimentação não especificado
Lendo diarios e cartas de algumas escritoras como o da Alejandra Pizarnik, Clarice Lispector e Virginia Woolf, notei que cada uma tinha alguns desses transtornos.
A Clarice Lispector queria sempre estar magra por vaidade e fazia regimes absurdos. No livro Correspondências, ela escreveu nas cartas para o filho Paulo Gurgel Valente:
"Estou fazendo um regime sério para emagrecer e se Deus quiser voltarei ao peso antigo". (Carta sem data)
"Estou fazendo regime pra emagrecer: em sete dias perdi cinco quilos, e no oitavo estava fraca, comi de tudo, e resultado ganhei dois quilos. Eu mesma não entendo". (maio de 1969)
Ja a Virginia ficava muito nervosa/ansiosa durante o processo de publicaçao de um livro que simplesmente nao conseguia comer, nao era nem por vaidade, é porque a comida nao descia mesmo. Chegou ao ponto de força-la, seguravam-na e enfiavam a comida guela abaixo. Além disso, Leonard e os médicos criaram para ela horarios rigidos a serem respeitados: ela tomava café da manha, de tal hora a tal hora ela escrevia, depois lia/escrevia cartas, almoçava, dava um passeio, lia, jantava.
Ha também o caso da mae da Carrie Brownstein, ela era criança e nao entendia direito porque sua mae estava internada numa clinica pelo fato de nao querer comer, pois tinha anorexia.
Porém, lendo o diario da Alejandra que tinha bulimia, pela primeira vez pude perceber o sofrimento de alguém nesta situaçao. Na adolescência, ela ja era obcecada com o peso e passou a ingerir anfetaminas para emagrecer. Ainda misturava isso com outros remédios para outros transtornos mentais que ela tinha, com alcool e cigarro. Vou deixar uns fragmentos, no idioma original, pq nao tenho tempo de traduzir, é de doer no coraçao:
(Tres de la mañana.) Vértigos. Hace una semana que no ingiero alimentos. Hace una semana que la comida me provoca espantosas imágenes.
"mi alimentación disminuye, comienzo a amar la sensación de hambre no saciado. Es más: quiero que el hambre acentúe mi indiferencia, que me envuelva en una nebulosa de olvido. Porque comer normalmente, en mí, es una humillación, es aferrarme a la fuerza a una vida que me rechaza. Y su rechazo es demasiado evidente".
"¿Cómo llegar a la verdad de mi cuerpo? Estos días tengo hambre, un hambre histérica. Como quien se suicida, así yo como".
"He comido mucho. Vorazmente. Y leyendo revistas femeninas, folletines idiotas. He comido como quien se masturba".
"Me acabo de pesar. Es una gran desgracia".
"Engordé mucho. Ya no debo angustiarme. No hay remedio. Es un círculo vicioso. Para no comer necesito estar contenta. No puedo estar contenta si estoy gorda".
"Hoy me pesé. Es el fin. Y he pasado hambre…"
" El 11 me voy al Uruguay. Si no adelgazo no iré a ver a Clara ni a Orestes. Qué responsabilidad la mía tener que ofrecerle a Clara un rostro que coincida lo más posible con mis retratos, con los cuales poco o casi nada tengo en común".
"Programa para este año: estudiar, escribir y adelgazar definitivamente, es decir, despojarme de la menor sombra de obesidad".
"No obstante, trataré de comer lo menos posible: estoy muy asustada por las complicaciones —la operación y demás— que ha traído mi alimentación destructora de estos últimos meses".
"Estoy comiendo mucho. En una semana he perdido mi esbeltez, que tanta paciencia y dinero y sufrimientos me costó. Comienzo a comer sin hambre y entro en una oleada de automatización. Cuando regreso o despierto o tomo conciencia de mi acto, veo en torno de mí alimentos prohibidos y siento mi ser lleno, ahíto, insoportablemente colmado y odiado. Éste es un problema casi insoluble. Y lo es porque no se puede resolver definitivamente. Hay que luchar todos los días, como Sísifo. Esto es lo que no comprendo. Que la vida contiene días, muchos días, y nada se conquista definitivamente. Por todo hay que luchar siempre y siempre. Hasta por lo que ya tenemos y creemos seguro. No hay treguas. No hay la paz".
"No tengo que comer. Tengo que aprender a decir no a los alimentos, como si ello fuera lo natural y la única respuesta posible. Así como un cojo diría que no corre porque no puede".
"Cada vez más obesa. O al menos así lo siento".
"Descubro que estoy encerrada en mi habitación porque me siento gorda. De lo contrario, hubiera ido a la fiesta de H. P. Pero calculé las calorías de todo el vino que tomaría y decidí quedarme aquí comiendo. Esto es absurdo. Y son solamente tres kilos de más".
"Ahora sé por qué estoy obsesionada por adelgazar: es una manera de hacerme más pequeña, más infantil. Porque mi cuerpo adulto me ofende. Por algo es que mis pechos son pequeños. Y no lo eran cuando tenía trece años".
"me fui a la cocina a hundirme en revistas idiotas de cine y folletines y comencé a comer sin hambre. Después vino Nelly B. Me sentí tan culpable de recibirla habiendo comido tanto y leído tantas estupideces, que me sentí enferma y vomité".
"Me estoy destruyendo con cigarrillos y comida. Mi cuerpo no soporta más".
"me compré docenas de chocolates que comí como quien se suicida, que vomité para tener espacio y seguir comiendo, envenenándome, anonadándome, aniquilándome".
"durante el día como y vomito, y para disculparme ante mí misma voy a una que otra exposición, para demostrarme que me interesa el arte, y miro los cuadros con un solo ojo porque el otro está en el reloj, para ver —cosa curiosa— cuánto tiempo aguanto mirando pinturas".
"Por qué me asusta y me horroriza y me lleva a querer suicidarme el haber aumentado tres kilos de peso. Pensar que si los rebajara —no son más que tres kilos— sería casi feliz… Qué poco, y cuánto. Porque para rebajarlos no tengo que comer, para no comer tengo que estar contenta, para estar contenta tengo que mirar un cuerpo delgada en el espejo cuando me miro, para verme delgada tengo que dejar de comer, para dejar de comer tengo que estar contenta…"
"He visto una foto de Marguerite Duras y me puse contenta. Es pequeña y gorda. «Para escribir no es imprescindible ser una belleza», me dije. Y me alegré".
"El hecho de haberme engordado como a un animal que se va a devorar en las fiestas se debe a que, inconscientemente, yo sabía que si engordaba no iba a querer salir ni ver a nadie. Y es lo que me pasa ahora. Llamá a X, me digo. Y me miro en el espejo. No, me respondo, la semana próxima lo llamaré, lo llamaré cuando esté más delgada. Y resulta que la semana próxima estoy más gorda".
"Mi desorden es general. Fraenbel me anunció que estoy enferma por mi desorden alimenticio. «Troubles de la nutrición.» Me dijo que soy como los salvajes de África: ocho días sin comer y después se comen un hipopótamo".
"Nunca me odio tanto como después de almorzar o cenar. Tener el estómago lleno equivale, en mí, a la caída en una maldición eterna. Si me pudiera coser la boca, si me pudiera extirpar la necesidad de comer. Y nadie goza en esto tanto como yo. Siento un placer absoluto. Por eso tanta culpa, tanta miseria posterior".
"Me compro un sándwich de jamón y queso y lo como, lo que por otra parte no es un objeto para despedirse puesto que es perfectamente salubre, por lo cual me acerco a una pâtisserie y entro y señalo dos cosas llenas de crema y de colores enfermizos y de gusto a algo que «hace mal». Lo empiezo a comer y descubro que no tengo hambre, que tengo miedo de que me haga mal y yo me desmaye por la calle, antes de entrar, por lo que arrojo los gâteaux y entro al consultorio. Pero lo que me impresionó fue mi urgencia hasta encontrar la pâtisserie: miraba el reloj y me decía: «te quedan ocho minutos para despedirte; ahora te quedan seis» y corría por las callecitas «que conocieron Dante y Rabelais» y seguramente Rilke y tantos grandes, yo corría con la muerte en el alma, no a causa de un vacío metafísico sino porque no encontraba «algo que hiciera mal», un dulce como un veneno, un dulce letal, terrible, que me destruya al instante de ser consumido".
Ela nao so tinha medo de engordar, como tinha vergonha de andar com pessoas gordas:
"Después me llamó Beatriz Tuninetti, esa montaña de prejuicios y de grasa. Me descubrí avergonzada: si me llegaran a ver por la calle con una persona tan gorda. Pero debe ser otra cosa, es decir, mi aversión a la obesidad, que es profundísima. La obesidad me parece una mentira, algo retorcido y triste, como pegar a un niño por un placer sádico. Hay algo obsceno en ella. Oh y tengo tanto miedo de engordar. Quiero reducir mi cuerpo a su verdad. Quiero adelgazar, recuperar más aún mi rostro y mi forma. Esto me importa enormemente."
Amiguinha, se você se encontra nesta situaçao, nao tenha vergonha de procurar ajuda. Transtornos alimentares podem estar relacionados com outros disturbios e para tudo isso tem jeito, tem profissionais especializados para dar todo apoio, viu? Nunca sofra sozinha!!!
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